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Foto del escritorEl DoQmentalista

<a></a><strong>De antiguas leyendas y árboles que comían humanos</strong>


Mundo salvaje

Cuando los europeos comenzaron a recorrer los océanos llevaron de vuelta a casa increíbles leyendas sobre tierras antiguas, monstruos olvidados y tribus salvajes. Muchas de estas historias les fueron relatadas por los mismos habitantes de las regiones que iban encontrando, en donde las tradiciones contaban de criaturas míticas en medio de las selvas, los océanos o los desiertos.

Quizas algunas de estas leyendas son bien conocidas, otras (como la anaconda) resultaron ciertas. Unas de las menos recordadas son aquellas asociadas a los temibles árboles come-hombres de las selvas tropicales, leyendas que en algún momento tuvieron mucho alcance y que algunos consideran que tienen al menos algo de verdad.

Plantas carnívoras

En la actualidad conocemos muchas especies de plantas carnívoras. Estas especies evolucionaron en terrenos pobres en los que los nutrientes son escasos, y encontraron en el consumo de insectos una posibilidad para suplir las necesidades que no conseguían en otras partes. Algunas se volvieron lo suficientemente grandes para incluso capturar vertebrados, incluyendo pequeños mamíferos. La variedad más grande que se conoce, una trampa de campana de Borneo con casi medio metro de altura y 3.5 litros de agua en su interior, podría capturar una rata, pero jamás a una persona (aún un niño es demasiado grande).

Las leyendas hablan de plantas mucho, mucho más grandes. Veamos.

El árbol de Madagascar

La leyenda del árbol de Madagascar parece ser antigua, pero el primer registro escrito de ello data del año 1874 cuando un escritor estadounidense llamado Edmund Spencer popularizó su existencia en los Estados Unidos. De acuerdo con el relato de Spencer, un naturalista y explorador alemán llamado Karl Liche había realizado las primeras anotaciones sobre esta criatura, narrando su uso para sacrificios humanos en las sociedades de la isla.

De acuerdo con la descripción de Spencer, el árbol consistía en un tronco grueso con una serie de brazos que se movían como serpientes y enredaban a sus víctimas al primer contacto con ellas. Este relato fantástico se hizo enormemente popular en el siglo XIX, pero lamentablemente no se conoce ninguna especie que se acerque a lo aquí descrito.

El árbol de Nubia

Este relato se conoce por la obra de Phil Robinson, quien asegura que se trata de la historia real de su tío. La planta tendría varios metros de altura y sería capaz de emitir vahos que acabarían con la vegetación cercana, formando pequeños claros en el bosque. Su estrategia de caza consistía esencialmente en mantener sus claros para atraer a animales agotados por el sol, seducidos por sus frutos dorados o en busca de refugio y atacarlos con sus hojas venenosas para luego alimentarse de su carne.

Nubia, tierra en la que supuestamente habitaría el árbol, se encuentra en el norte de Sudán, en las regiones que rondan el río Nilo. Al igual que en el caso anterior, no se conocen especies semejantes a lo aquí descrito en este territorio.

El Ya-Te-Veo

Quizás la leyenda del árbol carnívoro más conocida en América es la del Ya-te-veo, una variedad que habitaría en América Central y África y que se asemeja a la descripción dada por Spencer del Árbol de Madagascar. Esta planta mortífera tendría brazos como serpientes capaces de reaccionar ante el tacto y enredar a la desprevenida víctima.

La enredadera vampiro

Este último relato parece provenir también de finales del siglo XIX y habla de una especie de enredadera en Nicaragua que sería llamada “la trampa del diablo”. La planta tendría una serie de ventosas o órganos capaces de succionar en sus hojas gruesas, lo que le permitiría alimentarse de la sangre de cualquier animal que la tocara. Si el animal cometía el error de recargarse, moriría en cuestión de minutos y su coraza sería desechada; sin embargo, si se trata sólo de un dedo o una mano es posible, a costa de perder parte de la piel, soltarse de la trampa.

Estas son las leyendas asociadas a árboles come-hombres que pudimos encontrar, y si bien todas son terroríficas, es difícil pensar en estas plantas ocultándose en lo profundo de las selvas. Hay un problema cuando hablamos de criptobotánica y es que, al contrario que sus contrapartes animales, las plantas no pueden ocultarse. Sería difícil explicar cómo es que jamás hemos podido fotografiar una.

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